Sunday, August 06, 2006

Myriam

Ella estuvo ahí
para él

desde siempre

desde que el mundo era mundo

desde el primer paso

desde tiempos en que aun cantaban los pájaros en su ventana

en el tiempo del oso de felpa y el globo azul

en tiempos de Sam y los huevos verdes y jamón

en tiempos de Andrajo y de la princesa que se convertía en gusano

cuando el mundo era demasiado grande
cuando no le temía a nada

y

cuando todo le daba miedo

ella
era la que hacia desaparecer sus tristezas

era ella a quien confiaba sus mas íntimos secretos


y fue ella quien dibujo
la primera sonrisa
la primera mirada
la primera lagrima
el primer esfuerzo

(todo era por ella en aquellos años)

pues

ella era su refugio
ella era su camarada
la mejor amiga
la confidente
cómplice


siempre alerta
siempre sabiendo

lo que ocurría dentro de su pecho

y lo sabia por que el

para ella
y solo para ella
tenia la puerta abierta
de su pecho


ella no tenia, como yo, que robar miradas escondidas

para saber lo que pasa por su cerebro


ella era la única

la única capaz de llegar dentro
muy dentro
a los rincones ocultos del todo y de todos


pero un día
como un árbol invierno

ella se fue enfermando
se fue muriendo

sus células no obedecían todo el amor que ella tenia dentro

y como una vela al viento

cada día

se fue desvaneciendo

y el
con todo el amor del mundo
no podía poner fin al sufrimiento

y ella se fue
muy muy lento

y hoy

encerrada en su trono de madera
todo negro por dentro
desde la tierra que la recibe
se despide de aquel que amo

y él no encuentra consuelo

desde lejos

yo observo

no se como tocarlo

no se como calmarlo

no se como sacar eso que se lo esta comiendo

hay tanta tristeza en la lluvia

tanta tristeza en el aire

tanta tristeza en sus ojos

tanta tristeza en el viento


y siento su corazon caerse a pedazos

ya casi ni respirar puedo

quisiera por un momento ...

pero no puedo


ella se ha ido

duerme en su prisión de tierra , pasto y cemento

y desde aquí

la que ama a su hijo

no logra ser consuelo








En memoria de Elizabeth Hawke

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